En Conservas Arlequín le debemos todo a nuestro abuelo Ángel Viadero quien, con su carácter emprendedor, fundó una conservera de anchoas en salazón en el corazón del Cantábrico.
En aquellos tiempos la anchoa maduraba en barriles de madera, las latas se cerraban con estaño y el pescado se transportaba en cestas de mimbre.
Fruto del esfuerzo, los conocimientos en materia de pescado y la calidad del producto elaborado, la marca Arlequín se consolida y con el tiempo, amplía la gama de productos especializándose también, en el filete de anchoa y el bonito del norte.
Durante estos años la exportación va tomando protagonismo, especialmente en Italia, anticipando el futuro crecimiento de Conservas Arlequín en los mercados internacionales.
A día de hoy, Conservas Arlequín está cerca de cumplir su primer centenario y se ha convertido en un referente tanto a nivel nacional como internacional, con presencia en los principales caladeros del mundo, sin perder su esencia de empresa familiar y teniendo claras sus bases fundamentales:
«QUE NUESTRO SERVICIO SEA MUY BUENO Y NUESTRO PRODUCTO EXCELENTE»